1. Naturaleza y propósito
La Mishná es la piedra angular de la tradición oral judía y el primer gran compendio sistemático de la Torá Shebe’al Peh —la “Ley Oral”—, transmitida durante siglos de maestro a discípulo. Su objetivo fue preservar, organizar y codificar la enseñanza oral que complementa y explica la Torá Escrita (el Pentateuco), para garantizar su continuidad tras la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 e.c.
A diferencia del texto bíblico, la Mishná no busca relatar historias ni ofrecer una narrativa, sino establecer principios normativos, debates legales y tradiciones rabínicas que regulan la vida cotidiana, religiosa, ética y jurídica del pueblo de Israel. La Mishná es un código para entender la Biblia, el Judaísmo y la Kabalá.
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2. Autoría y redacción
La compilación de la Mishná fue emprendida por Rabí Yehudá HaNasí (Judá el Príncipe) hacia finales del siglo II de nuestra era, en la región de Galilea. En un contexto de dispersión, persecución romana y transformación social, Yehudá HaNasí reunió y sistematizó la vasta tradición oral que hasta entonces se transmitía de memoria. Su labor no fue crear nuevas leyes, sino seleccionar, ordenar y unificar opiniones y debates previos, especialmente los de las escuelas de Hillel y Shamai.
Aunque su edición final se atribuye a él, la Mishná conserva diversidad de voces, estilos y posturas. Su pluralidad refleja la vitalidad del pensamiento rabínico y su constante diálogo con la realidad histórica.
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3. Estructura y contenido
La Mishná está organizada en seis órdenes (Sedarim), subdivididos en 63 tratados (Masejtot), que a su vez se dividen en capítulos (Perakim) y enseñanzas breves (Mishnayot). Cada orden aborda un ámbito de la vida:
- Zeraim (Semillas): leyes agrícolas y bendiciones.
- Moed (Festividad): el calendario, Shabat y festividades.
- Nashim (Mujeres): matrimonio, divorcio y votos.
- Nezikin (Daños): derecho civil, penal y ético.
- Kodashim (Sagrados): sacrificios y servicio del Templo.
- Tohorot (Purezas): pureza ritual y leyes de impureza.
Esta estructura refleja una visión total de la vida humana: desde lo cotidiano hasta lo sagrado, todo puede y debe ser regulado por la ley divina.
4. Método y estilo
La Mishná adopta un lenguaje conciso y técnico, casi jurídico, que prescinde de argumentos extensos o narraciones. Su método es dialéctico: presenta discusiones, desacuerdos y variantes sin forzar una única conclusión. La autoridad no se impone; se construye en el debate.
Este estilo refleja un cambio cultural profundo: la centralidad ya no está en el Templo ni en el sacrificio, sino en la palabra y el estudio como actos sagrados. El Beit Midrash (casa de estudio) reemplaza al altar.
5. Relación con el Talmud
La Mishná constituye el núcleo del Talmud. Sobre ella se construyen los extensos comentarios y debates posteriores llamados Guemará, desarrollados en las academias de Babilonia y Eretz Israel entre los siglos III y VI. Existen, por tanto, dos versiones del Talmud: el de Jerusalén (Talmud Yerushalmi) y el de Babilonia (Talmud Bavlí), siendo este último el más completo e influyente.
Así, la Mishná es al Talmud lo que los axiomas son a la ciencia: el punto de partida para la expansión interpretativa infinita de la tradición rabínica.
6. Importancia espiritual e histórica
La Mishná no solo codifica leyes; transforma la espiritualidad judía. En un tiempo sin Templo ni sacerdocio, ofrece un marco para mantener la santidad a través del estudio, la palabra y la conducta. Su énfasis en la responsabilidad moral, la justicia social y la intención interna convirtió el judaísmo en una religión del pensamiento, no del poder.
A nivel histórico, la Mishná preservó la continuidad cultural del pueblo judío durante la diáspora y sentó las bases del derecho rabínico, la ética talmúdica y la reflexión filosófica medieval.
La Mishná representa la síntesis entre tradición y razón, entre revelación y análisis humano. Su estudio no es mera erudición, sino un acto de continuidad espiritual: participar en el diálogo eterno del pueblo de Israel con la palabra divina. Comprender la Mishná es, en definitiva, comprender cómo una civilización entera convirtió el conocimiento y la discusión en su templo más perdurable.
