Yerushalmí y Bavlí: los 2 rostros del pensamiento rabínico

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La tensión entre Jerusalén y Babilonia, entre la tierra y el exilio, entre lo revelado y lo interpretado:

“En Babilonia aprendimos que la distancia no mata la fe; solo la obliga a pensar.”
Rabí Yehudá HaLeví (adaptación basada en el espíritu de su obra “El Kuzarí”)


También hay una frase más filosófica y universal, aplicable al enfoque histórico-cultural:

“La verdad no se encuentra en un solo lugar: Dios habla también desde el exilio”
Máxima talmúdica reinterpretada (inspirada en Sanedrín 24a)

1) Por qué existen dos Talmudim

Tras la destrucción del Segundo Templo (70 d. C.) y, sobre todo, después de la revuelta de Bar Kojbá (132–135), la vida rabínica quedó organizada en dos polos estables y duraderos:

  • Eretz Israel (Galilea bizantina): academias en Tiberíades, Cesarea y Séforis. Allí se compuso el Talmud de Jerusalén (más correcto: “de la Tierra de Israel”).
  • Babilonia (Imperio sasánida, hoy Irak): academias en Nehardá, Sura, Pumbedita y Mahoza. Allí maduró el Talmud de Babilonia.

La duplicación no es una rareza editorial, sino el reflejo de dos ecosistemas jurídico-intelectuales que comentaron la misma Mishná (c. 200 d. C.) en contextos políticos, lingüísticos y sociales distintos (Bizancio vs. Persia). El judaísmo rabínico quedó, de hecho, bi-centrado por varios siglos.

2) Cuándo y dónde se redactaron

  • Yerushalmí (Talmud de la Tierra de Israel): redacción principal en Galilea (Tiberíades/Cesarea), finales del s. IV–primera mitad del s. V. Tradicionalmente se habló de un cierre abrupto hacia c. 400–425, en un marco de tensiones y declive institucional bajo dominio bizantino. Hoy la horquilla académica usual es segunda mitad del s. IV–inicios del s. V. Lengua: arameo galileo (occidental).
  • Bavlí (Talmud de Babilonia): cristaliza después, con material amoraico (s. III–V), una edición mayor en tiempos de Rav Ashi (375–427) y cierres/ajustes por saboraím en el s. VI; en conjunto, hasta fines del s. VI–comienzos del s. VII. Lengua: arameo babilónico (oriental).

3) Qué cubre cada uno (y qué no)

Ninguno comenta toda la Mishná (63 tratados).

  • Yerushalmí: cubre todo Zeraim (leyes agrícolas de la tierra de Israel) y grandes porciones de Moed, Nashim y Nezikin; no tiene el orden Kodashim completo.
  • Bavlí: tiene 37 tratados; de Zeraim sólo Berajot; incluye Kodashim y casi todo Tohorot salvo lagunas (sólo Nidá con Guemará).

Esta asimetría refleja intereses prácticos: en Babilonia las leyes agrícolas ligadas a la tierra de Israel tenían menos vigencia cotidiana; en cambio, los sabios de Galilea priorizaron esos temas.

4) Método y estilo: cómo “piensan” distinto

  • Yerushalmí: conciso, a veces fragmentario; tiende a resoluciones directas y a conservar la forma literal de la Mishná. Redacción menos “cerrada”.
  • Bavlí: dialéctico y extensivo; desarrolla pilpúl (preguntas-respuestas, objeciones, hipótesis), con una capa anónima editorial (stam ha-Talmud) que articula la discusión y le da su voz característica; esta capa se consolidó en época saboraica.

Una comparación útil de manual: el Yerushalmí “va al fallo”, el Bavlí “explora el principio” y sus implicaciones sistémicas.

5) Autoridad halájica y recepción histórica

Desde la Alta Edad Media las academias babilónicas (Geonim) y, luego, los Rishonim europeos consolidaron el Bavlí como fuente primaria en la práctica halájica; el Yerushalmí se estudia y cita —a veces para matizar—, pero rara vez decide frente al Bavlí cuando discrepan.

6) Transmisión textual: manuscritos y ediciones

  • Yerushalmí: un único manuscrito completo, el célebre MS Leiden Or. 4720 (copiado en 1289), base ineludible de ediciones y estudios; hay otros testigos parciales.
  • Bavlí: el MS Múnich 95 (1342) es el único manuscrito medieval completo del Bavlí y una piedra angular crítica; hay decenas de manuscritos parciales y fragmentos genizá.
  • Edición estándar impresa: el “Vilna Shas” de la imprenta Romm (1880–1886) fijó paginación y aparato que seguimos usando hoy.

En el siglo XXI, Sefaria y nuevas traducciones (p. ej., Guggenheimer al Yerushalmí) facilitaron el acceso comparado y búsqueda cruzada.

7) Lenguas y dialectos

  • Yerushalmí: arameo palestino/galileo (occidental) con más hebreo; su dialecto y sintaxis contribuyen a la dificultad.
  • Bavlí: arameo babilónico (oriental); la redacción anónima estandariza giros y conectores lógicos de debate.

8) Factores históricos que explican las diferencias

  • Marco político: Bizancio vs. Persia. En Bizancio, el declive institucional judío en el s. IV–V limitó la continuidad redaccional del Yerushalmí; en Persia, las academias gozaron de mayor estabilidad hasta el cierre saboraico.
  • Necesidad práctica: en Babilonia, sin Templo pero con vigorosas comunidades urbanas y redes comerciales, la ley civil y ritual portátil ganó peso; en Galilea, leyes dependientes de la tierra y calendarios agrícolas siguieron centrales.

9) Cuadro comparativo rápido

  • Lugar/dominio: Galilea bizantina vs. Babilonia sasánida.
  • Cierre: c. 380–450 vs. c. 500–600+ (con saboraím).
  • Lengua: arameo occidental vs. arameo oriental.
  • Cobertura: Yerushalmí completo en Zeraim; Bavlí solo Berajot de Zeraim; Bavlí sí cubre Kodashim; Yerushalmí no.
  • Estilo: conciso/fragmentario vs. dialéctico-analítico con stam marcado.
  • Autoridad práctica: prevalece Bavlí en la halajá posgeónica.
  • Manuscrito clave: Leiden Or. 4720 (Yerushalmí) vs. Múnich 95 (Bavlí).
  • Edición estándar: Romm-Vilna (1880–1886), base de la paginación moderna.

10) Cómo se estudian juntos (hoy)

La práctica académica y yeshivá se beneficia de comparar sugyot paralelas para: (a) reconstruir capas redaccionales, (b) detectar influencias locales (p. ej., posibles rastros de derecho persa en el Bavlí), y (c) afinar decisiones halájicas cuando el Yerushalmí preserva versiones más breves o tempranas.

11) Conclusión

Hay dos Talmudim porque hubo dos centros que, en paralelo, comentaron la misma Mishná con idiomas, necesidades y políticas distintas. El Yerushalmí es la voz galilea/bizantina (más breve, agrícola, menos cerrado); el Bavlí, la voz babilónica/persa (más dialéctica y estandarizada), que terminó imponiéndose como marco normativo. Estudiarlos juntos da una imagen completa del laboratorio jurídico-intelectual del judaísmo tardoantiguo.

Abel
Abelhttps://lamishna.com
Abel Flores es un periodista e investigador especializado -por más de 20 años- en la intersección entre la historia sagrada y los misterios metafísicos. Su trabajo profundiza en la Mishná, la Biblia y la Kabalá, explorando los códigos, contextos y dimensiones ocultas que conectan la tradición bíblica y rabínica con la evolución espiritual y filosófica del mundo. Combina rigor académico con una mirada crítica y analítica, revelando los vínculos entre teología, religión, poder y conocimiento ancestral.
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